Los juegos crueles Chehin

¿Por qué leer “Los juegos crueles” de Máximo Chehin?

¿Qué hace que un relato sea bueno, que destaque en un concurso o en un libro? Cuando charlamos con Máximo Chehin sobre su libro Salir a la nieve, mencionó que Abelardo Castillo, que fue jurado del premio Fundación El libro, sintió que había encontrado un firme candidato al premio cuando leyó “Los juegos crueles”. ¿Por qué leer, entonces, este relato?

Sin duda es un cuentazo, y acá quería detenerme a desarmar algunos de sus recursos. Antes de que sigas leyendo sobre por qué no te podés perder este relato, LEELO. Tengo autorización del autor para que te lo puedas descargar acá.

Ahora sí, ya con el cuento leído, van mis apreciaciones.

El manejo de la tensión

Este es uno de esos relatos construidos con el “pero si en realidad no ha pasado nada”, pero ese “nada”, sostenido como sospecha, le destruye la vida a alguien. Para lograr eso, el relato sostiene una tensión impecable, desde la construcción de la escena inicial, en su placidez, al momento en el que todo empieza a desbarrancarse para luego parecer que no, hasta toda la destrucción sutil y paulatina, siempre al límite entre la paranoia del protagonista y el peso de una realidad que se transformar en monstruosa porque nadie acusa abiertamente, pero todos parecen estar juzgando. Un narrador con menos pericia podría hacernos perder el interés una vez que el protagonista vuelve a la casa, cuando el realidad este es un gran cuento precisamente por todo lo que pasa después.

La delgada línea de lo “inapropiado”

Esto tiene que ver con la construcción de la tensión en la primera parte del relato. La manera en que Eliana, la niña, es descripta oscila siempre entre la ternura y cierta mirada que la coloca, casi, en el lugar de una mujer. Parte de lo que nos pone nerviosos en el comienzo tiene que ver con eso, ya sentimos que algo puede pasar ahí, algo que no va a gustarnos

La identificación

¿Quién no temió alguna vez que por culpa de un error o por algo nimio que se malinterpreta, la vida se le trastocara? Si el comienzo nos pone nerviosos frente al protagonista, después el relato se construye para generar, al menos, cierto grado de empatía. Si a veces dudamos y creemos que todo es paranoia de él, después la duda se instala en nosotros como en él.

Cita que destaco

Caminó de vuelta al jardín, satisfecho, sintiéndose de pronto mejor, más adulto. Se sentó al lado de Clara y la abrazó desde atrás; tuvo una sensación de bienestar que lo hizo desear que todo permaneciera exactamente de esa manera: el sol en esa posición, el viento, las voces de su mujer y sus amigos modulándose en un tono suave y alegre, las risas de las nenas llegando desde algún lugar del jardín. Estaba casi dormido cuando sintió el tirón en la manga de la camisa y la voz de Eliana.

Elijo esta cita porque en la construcción del relato esta es la pausa previa al comienzo de la caía. Máximo aprovecha ese aire que el relato en sí pide para poner a su protagonista en la cresta de la ola. Me encanta con qué economía de elementos se construye la plenitud, ese momento de perfección que está a punto de ser destruido de manera irreversible.

¿Esto es lo único que hay para analizar de este cuento?

Claro que no, como todo en este blog, es una selección caprichosa, pero si leíste “Los juegos crueles” me va a encantar que me cuentes qué ejes te interesaron a vos.

2 comentarios en “¿Por qué leer “Los juegos crueles” de Máximo Chehin?”

  1. Hola, Azucena. ¡Gracias por ofrecer este espacio!
    El texto logró incomodarme, ponerme inquieta. Me gustó cómo el autor logra perturbar al lector, que te provoque cierto rechazo el personaje de la nena jugando con esa especie de seducción de mujer adulta, por momentos. Y después, los pensamientos de él que le taladran la cabeza, ese mundo de monstruos que él mismo alimenta cada día de silencio de los amigos.
    También está esa sentencia transgeneracional, tan común en todas las familias, que repiquetea en su interior, no sabemos si como admonición o como tácita sanción. Después, el desenlace, con los elementos necesarios para que deduzcamos qué hay detrás de lo no dicho, eso implícito en el texto que, como lectores, debemos acabar por nosotros mismos. ¡Saludos!

    1. Gracias, Daniela, por pasarte por acá y por tu lectura atenta del relato. Me encanta que tu incomodidad de lectora venga por lo que la nena hace. Y sin duda el final, en su decir sin decir es todo un hallazgo de Chehin.

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