El narrador en primera también es un personaje. Nunca me canso de decir esta frase en el taller. No me refiero a que sea un narrador protagonista o testigo, sino que su manera de narrar (su lenguaje pero también su recorte, lo que elige contar y lo que no) lo construye. Ni hablar de cuando la historia está contada desde un niño y vemos al adulto disfrazado todo el tiempo. No solo por el uso del lenguaje, sino también por la mirada de mundo. No saber construir bien al narrador como personaje genera algo parecido pero con el autor: sentimos que quien cuenta dice lo que dice solo porque el autor quiere (o necesita) que lo haga.
Yo hablo siempre de la “pulsión de narrar” porque en ese tipo de texto, es vital tenerlo claro, sino ¿por qué no contar la historia en tercera persona? El narrador en primera narra a partir de alguna necesidad interna, la haga explícita o no. Puede desconocerla (la más de las veces es el caso) pero el autor detrás del texto, no. Esa pulsión es la que direcciona el texto, la que ubica el desde DÓNDE se narra (¿está buscando disculparse, mostrarse como la víctima, tratar de entender ella misma lo que pasó?). Las opciones son infinitas así en el aire, pero en cada historia hay una lógica que es propia.
El arte está en saber encontrarla, en entender que la diferencia no entre un narrador en tercera y otro en primera no es solamente una cuestión de objetividad versus subjetividad o cercanía y distancia. Al fin de cuentas, un narrador en tercera que focalice en un personaje (como si fuera una cámara que lo sigue y se va metiendo en su cabeza) puede lograr ese mismo efecto.
Elegir desde dónde narrar (y tener claro el por qué de esa elección) es la mitad de la batalla ganada. El tema es que a veces ni cuenta nos damos de que estamos perdiendo la guerra.
Me encantó!! Clarisimo , muchas muchas gracias.