Construcción de personajes, jugar al continuista

Construcción de personajes: por qué te conviene jugar a ser continuista

Peras y manzanas, ¿no? Digo, este título. Te preguntarás qué tiene que ver la construcción de personajes en literatura con la continuidad en el cine o la televisión. Para mí, muchísimo.

Vamos por el principio: la continuidad en el audiovisual es tan importante que existe el rol de “continuista”, es decir, alguien cuya función es garantizar que si el personaje tenía un sombrero en una escena, en la que va después (que casi nunca se filma a continuación) lo siga teniendo (¡y por el amor de Dios, que sea el mismo!). Mantener esa coherencia es vital para el verosímil, si no, vemos el artificio y se rompe la magia. 

¿Qué tiene que ver con la construcción de personajes en ficción? Que muchas veces olvidamos garantizar la continuidad que necesitan tener. Y acá no hablo de que no podamos crear seres contradictorios. Las personas lo somos, ¿cómo podrían no serlo los personajes? Pero por varias devoluciones que vengo dando en taller, noto la tendencia, tal vez por la escritura episódica, el trabajo en “entregas”, de olvidarse que lo que le pasó al personaje tres páginas antes tiene que seguir latiendo en él o ella tres páginas después.

Aunque tal vez exceda, pienso ahora, la escritura episódica de las entregas de taller, y tenga que ver, más bien, con un problema mayor que vengo notando: hacerse cargo del peso emocional de las escenas que creamos.

Es fácil entenderlo con situaciones clave del texto: una separación, una muerte, una pelea familiar de esas que hacen saltar todo por los aires. Ahí hace falta mucha inexperiencia para que en el próximo episodio nuestra protagonista ande por ahí, lo más campante.

Pero en cuestiones más sutiles, qué fácil olvidarse (¿o hacer de cuenta que nos olvidamos?) de la huella que la vida deja. El protagonista tuvo una crisis de nervios en una reunión laboral y salió a fumarse un cigarrillo. En esa pausa rememora cómo terminó en ese empleo, pero con la calma de quien le cuenta a un compañero de secundario qué estuvo haciendo estos años. ¿Y la crisis de nervios?

Mujer joven que vive haciéndose la superada, visita a su abuela, que la crio porque es huérfana, en el geriátrico en el que no le quedó otra que internarla, y después de semanas de hacer de cuenta que se come el mundo, se quiebra y se permite ser vulnerable frente a una enfermera. Al día siguiente, es la misma de siempre, comiéndose el mundo. De lo anterior ni se habla.

Antes de que aparezcan las voces defensoras: sí, a gente muchas veces se quiebra y no por eso cambia. Siempre hay maneras de negar lo que vivimos, rearmarnos como si el quiebre no hubiese existido. Pero la fisura queda, por muy pequeña que sea. 

La buena literatura, para mí, se hace cargo de eso y sabe mostrar las fisuras que las acciones buscan negar. Puede parecer menos importante que un sombrero que desaparece de un plano a otro, pero para la coherencia emocional de lo que escribimos (y el impacto que queremos generar en quienes nos leen) es, diría yo, imprescindible.

2 comentarios en “Construcción de personajes: por qué te conviene jugar a ser continuista”

  1. En madres paralelas, a la protagonista se le muere la hija, que antes se la habían trocado en el momento de nacer, y a los cinco minutos, ya la madre cambia de sinfonía y…
    Y se me pinchó la peli. No es real.Ni en ficción es real.

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