Aquí la entrevista en Cuento mi Libro. Abajo pego la desgrabación completa, según figura en el sitio, para que puedan ver también las preguntas de Matías Mendez, que es el lector que cualquier escritor sueña con tener.
-Quería empezar esta entrevista con una apreciación personal para que vos puedas comentarla: hay en tus cuentos algo que te destaca de tu generación y de lo último que se está publicando en relación a cierto exceso del Yo y del individualismo y de narrar cuestiones vinculadas exclusivamente a los autores, por ejemplo leo muchos escritores que escriben historias con protagonistas y hechos de su propia edad, aclaro que digo esto más allá de la calidad literaria de los textos. En tus cuentos esto no aparece, por el contrario hay una multiplicidad de voces y de enfoques diferentes.
-En algún punto coincido. Busqué hacer un libro plural, por eso hay distintos personajes, hay chicos, hay gente mayor, hay jóvenes que están en la treintena o que por lo menos yo me los imagino así, y tratar de buscar distintos puntos de vista, no siempre contar desde un mismo lugar. Con respecto a lo autorreferencial, todo es autorreferencial la cuestión es cuánto necesitamos marcar lo absolutamente autorreferencial y recordarle al lector ojo que estoy hablando de mí, ojo que estoy hablando de mí. Creo que cuando uno escribe siempre habla de uno pero desde otro lugar, nada de lo que está en esos cuentos me paso a mí pero al mismo tiempo son imágenes o situaciones que en algún punto viví sino no las podría contar o, que por lo menos me imagino y que busco ponerme en la piel de ese personaje y en algún punto la paso a vivir su historia, entonces sigo hablando de mí pero no hay una necesidad de marcar lo vivencial, sí hablo de mí pero hablo de mí sensibilidad, como veo determinadas cosas y que me llama la atención de la historia que quiero contar pero no hay una búsqueda por lo autorreferencial.
-Te decía lo anterior porque hay veces que en el algunos casos uno lee libros a los que no les ve mucha vida en el tiempo más allá de la coyuntura en el que fue escrito y en tus cuentos no lo sentí, pueden haber sido escrito hace ya un tiempo y van a poder ser leídos más adelante y que un lector puede no imaginarse que fueron escritos por alguien que nació en 1981 y que es su primer libro.
-Me alegra que no parezca un primer libro en el sentido de un borrador o un ensayo, es un libro muy trabajado, hasta que decidí publicarlo me tomé el tiempo de decidir que ese fuera el libro, de sentir que el libro estaba completo y que esto es todo lo que puedo hacer, hasta acá los puedo trabajar, más de esto no. Armarlo como libro siempre es un trabajo, había otros cuentos que yo finalmente saqué porque a la totalidad del libro como obra no me funcionaba. Sí, es cierto que si uno se ancla demasiado en lo referencial de joven nacido en el 81, argentino, de Buenos Aires y se pega mucho a eso pasa que le puede interesar a gente que esté o en tu misma generación o que quiera saber en que anda tu generación, pero creo que uno tiene que intentar trascender eso, uno es más que una generación. Yo por lo menos concibo a la literatura, y al arte en general, así, como una cuestión de apelar a lo general, a lo que tiene que ver con trascendente en el sentido que no tiene que ver necesariamente con una época, con un lugar, por más que es inevitable: no creo que nadie que lea este libro no sienta Buenos Aires, por más que no se dice en ningún momento que se está en Buenos Aires, son cuentos que están muy atravesados por la Ciudad…
-Son muy urbanos.
-Son realmente muy urbanos, sí absolutamente. Creo que uno no necesita marcar esas cosas, esto que decía Borges, el árabe no necesita estar hablando del desierto, no necesita estar nombrando la arena todo el tiempo. Ser porteño está en mí pero no necesito marcar eso y mi generación la llevo a cuestas, no necesito marcar: ojo, tengo tantos años, nací en tal año. Creo que es importante trascender.
-Es en este sentido que no me llamó la atención que la contratapa la escriba Samanta Schweblin, porque creo que en ella también aparece esto.
-Sí, si, definitivamente, por eso yo le pido a Samanta que haga la contratapa por más que en cuanto a estilos, ella trabaja desde un lugar de poner en juego lo real y lo no real que por ahí no es una cuestión que está tanto en mí literatura pero sí creo que compartimos una visión sobre la literatura y un compromiso, que es el compromiso que uno tiene que con lo que hace, de llevar a cabo lo mejor que uno puede y corregir hasta el extremo hasta que uno dice bueno esto es así, ya está.
-¿Que une a estos diecisiete cuentos que conforman tu libro?
-Hay como un motor igual que une a estos cuentos que tiene que ver con instantes de revelación, en cada cuento hay algún tipo de revelación, un instante donde la realidad cambia porque cambia la manera de mirar la realidad, no quiere decir que la realidad en sí cambie, pero que para los personajes es un momento de quiebre, donde hay una transformación, porque todos estos cuentos tienen que ver con lo cotidiano, con situaciones que son más bien cotidianas, lo cual no quiere decir que no pueda ser trascendente, nadie dice que lo cotidiano tiene que ser lo mundano pero que son instancias de la vida diaria y que de golpe hay un quiebre donde ya no se puede ver la realidad de la misma manera.
-Yo había anotado justamente algo sobre eso: los cuentos hablan también sobre la treascendencia de lo cotidiano. ¿Lo sentís así?
-Me gusta mucho esa frase de la trascendencia de lo cotidiano, creo que te la voy a robar. Me gusta pensarlo así, creo que uno se muestra en lo cotidiano, y que precisamente la gracia es ver como lo trascendente está presente en todo momento, no hace faltan los momentos límites de la muerte o de los nacimientos para ser concientes de lo trascendente.
-Pero en esa cotidianidad, sin embargo, uno de los temas que aparece varias veces y enfocado desde distintos lugares es el tema de la muerte.
-Fue casi una casualidad, nada es casual en la vida, pero no hay un a priori, no es que dije tengo este cuento sobre la muerte y como lo cuento desde otro lugar, fueron más bien situaciones que fueron surgiendo, las historias que aparecieron. Creo que sí es una preocupación innegable en mí, porque sino no tendría la cantidad de cuentos que tocan o rozan el tema de la muerte, pero creo que es algo muy humano, que nos preocupa constantemente y que de alguna manera me asalta en distintas situaciones y distintos personajes, pero no hubo una búsqueda consciente de decir como narro esto mismo desde otro lugar sino que fueron surgiendo.
-Lo otro que resalta es la presencia de muchas mujeres en los personajes, creo que son mayoritarias, no las conté pero uno termina de leer y concluye que hay una presencia femenina importante.
-Creo que sí. Hay una presencia femenina importante, hay veces que me han dicho es un libro femenino, pero yo no entiendo muy bien que entienden por femenino o masculino, creo que es algo que se nos dice mucho a las mujeres pero que nunca escuché que a un hombre lo halaguen y se le diga es un libro muy masculino…
-Yo no lo decía en ese sentido para nada, sino en la del trabajo de personajes y voces que nos mujeres.
-Sé que no lo decís así. Hay una mayoría de personajes femeninos y eso sí lo busqué a la hora de armar el libro: de tratar de compensar un poco, que no quedara monocorde, de tener cuentos de chicos que es algo que a mí me gusta mucho, darle lugar a la adolescencia y los lugares de quiebre de la adolescencia. En cuanto a la presencia de los personajes femeninos, cálculo que es un tipo de visión con la que yo puedo estar más cercana, por más que me guste desprenderme de eso precisamente y decir vamos a contar no desde donde es más cómodo sino ver desde como cuento desde un adolescente en un viaje de egresados, por ejemplo. Me resulta un lugar muy conocido y de donde puedo trabajar muy fácilmente.
-¿Y cómo es el trabajo con personajes que son chicos? ¿Qué es lo que te seduce?
-Me gusta esa instancia, hay algo que uno tiene en la infancia y que por desgracia uno va perdiendo, que tiene que ver con cierta sinceridad con uno mismo, no hay una búsqueda de engañarse. Pasa que los chicos tal vez no se dan cuenta de determinadas cosas, que las sienten pero no las pueden poner en palabras, también es lindo como ejercicio a la hora de escribir ponerse en ese lugar porque te evita ponerte explicativo, un chico no puede dar cuenta de todo lo que pasa, uno tiene que plantear la situación, crear el clima y que el lector pueda entonces inferir determinadas cosas pero el chico las va a percibir pero no las puede interpretar, es siempre muy interesante desde ahí. Además esto que decía antes: son sinceros consigo mismos, sienten lo que sienten y piensan lo que piensan y uno se permite cuando busca ponerse en la cabeza de un chico que diga lo que diría un chico, puede ser cruel, puede ser terrible pero no hay una autocensura con el diálogo interno.
-Aprovecho que nombrás el diálogo interno. En los cuentos los personajes siempre se indagan a sí mismos. ¿Esa introspección atraviesa los relatos?
-Sí, tal vez El ausente es un cuento que está contado desde afuera, no tanto desde la interioridad de los personajes, hay un par de cuentos que están contados desde distancia, pero la mayoría sí trabajo con la cuestión del indirecto libre, son terceras personas que están cercanas a las primeras, creo que tiene que ver también con el tipo de historia que cuento, donde lo que pasa, pasa por la transformación del personaje, como cambia un punto de vista y para contar eso necesito contar desde adentro porque en lo externo no cambian tantas cosas o parece no cambiar nada, lo que cambió es una visión y para eso necesito meterme en la cabeza del personaje.
-Y si digo bien hay sólo uno o dos cuentos en primera persona.
-Está en primera persona el del viaje de egresados que inicialmente en realidad estaba en tercera pero para el libro lo reescribí, estaba escrito originalmente en tercera y siempre había algo que no funcionaba bien y de golpe dije es que necesito acercarme más al lenguaje de este pibe, no dejarlo nada más en una tercera que quedaba a medio camino, necesitaba meterme más y meterme más con ese lenguaje para que resultara más creíble, esa fue mi sensación. Creo que el otro cuento que esta en primera persona es Por un plato de Borsch, ese nació así.
-Hablamos de las cotidianeidad pero también están los hogares y ese ingreso hacia los interiores.
-Sí, el mundo interno, el mundo puertas adentro, hay cosas afuera pero es más bien puertas adentro, las cosas transcurren en las habitaciones, en las casas.
-Si uno pensara en cine, las locaciones siempre son interiores ¿Por qué?
-Sinceramente, eso no es buscado, creo que de alguna manera eso tiene que ver con los temas de los cuentos: si estoy narrando lo cotidiano, el lugar típico de lo cotidiano es la casa. Después sí hay algunos exteriores como en el primer cuento, la mujer que va caminando hacia el hospital, lo que ocurre en la calle, pero es muy fuerte la importancia de ella despertarse en su casa e ir al hospital, como dos centros distintos pero que también son dos espacios cerrados y contenidos, pero creo que tiene que ver más con los temas y esta cuestión de lo cotidiano.
-También se puede apreciar en los cuentos un trabajo sobre la oralidad que aparece en los diálogos de los personajes. ¿Es así? ¿Tenés un interés espacial en esto?
-Creo que la única manera de que un diálogo realmente funcione es que sea lo más verosímil posible, lo que no quiere decir que si uno está contando a un adolescente va a poner boludo trescientas sesenta veces porque un adolescente dice boludo trescientas sesenta veces, porque se vuelve insoportable. Sí me parece que es importante tomarse el tiempo para que las cosas suenen como se dirían y no como uno necesita que el personaje diga porque necesita que en ese momento se revele algo o tratar de buscar la voz de cada personaje, por lo menos mi intento es que no queden todos los diálogos de todos los cuentos que los podría decir ese personaje o que podría decirlo otro sino que cuando uno está muy metido con un personaje se vuelve una persona real y una persona real no habla de la misma manera que otra y buscar eso que es trabajo porque a uno le sale que todos los personajes hablen como habla uno, pero es lo más divertido para mí: encontrar la voz de ese personaje, como diría eso ese personaje y no otro.
-Y hay decenas de voces en los cuentos y además de voces disímiles.
-Porque me resulta divertido a mí y porque me aburren a mí los libros muy monocordes y también por una cuestión de desafío personal, uno tiene ciertas cosas que son fáciles de hacer, hay entradas y maneras de entrar que a uno le pueden resultar fácil pero si uno no busca correrse un poco de eso es como que terminás escribiendo siempre igual y no te permitís buscarte vos mismo otras cosas y descubrís que bien funciona algo que tal vez no sería como lo dirías naturalmente.
-Para tener una muestra puntual, me gustaría que hables del cuento que le da el nombre al libro y porque elegiste ese nombre.
-Elegí el nombre primero porque me gusta mucho ese nombre, si bien es un título largo para un libro, siempre me gusto mucho. Suelo tener dudas con los títulos, tardo mucho en elegir uno. Con ese cuento no dudé y cuando armé el libro no dudé en que ese era el título del libro. Creo que ese cuento da un poco la medida del libro en el sentido que es un cuento armado casi diría con nada, en cuanto a narrativa de lo que está pasando, no pasa nada y sin embargo pasa todo. En ese sentido da una medida de por donde pasan para mí los cuentos de este libro, está lleno de situaciones cotidianas y con una sensación de soledad y de incomodidad consigo misma tiene esta protagonista, que es muy mínima pero que a la vez tiene una pulsión de destrucción importante y constante y me pareció que daba medida de cómo eran los otros cuentos también, por más que sean muy distintos en cuanto a voces, en cuanto a tipos de personajes, creo que era representativo.
-Después de todo lo que dijiste me queda clarísimo que vamos a acordar en que no estamos de acuerdo con ese lugar común que algunos plantean respecto al cuento como un género menor dentro de la literatura.
-Claro, en primer lugar no creo que existan géneros menores, creo que eso simplemente tiene que ver con la necesidad de poner categorías y etiquetas siempre. No podría decir que ningún género es menor pero el cuento sí está muy desprestigiado en un sentido, como si lo corto y lo breve implicara poco trabajo, como son cortos y bueno escribir un cuento lo puede escribir cualquiera, ahora escribir una novela no y escribir un libro de cuentos es tanto compromiso, son igual ciento y pico de páginas como una novela, con la única diferencia que precisamente para que sea breve y funcione tiene que estar todo muy ajustado, a una novela se le perdona hasta veinte páginas malas, incluso diciendo es una gran novela, y bueno aquí y allá hay un par de páginas que uno olvidaría, en un cuento si tenés dos páginas que ya son malas, el cuento perdió absolutamente, es muy difícil, hay que ser muy riguroso a la hora de trabajar.
Además para mi es un gran error de marketing lo que hay con el cuento: me parece que en una sociedad que tiende menos a la lectura, el cuento es lo mejor para los tiempos modernos, creo que en ese sentido es un error de marketing, la gente leería mucho más si no se le dijera te tenés que leer trescientas páginas, sino te leíste cinco y terminaste y en un solo libro tenés de cinco a veinte de esas sensaciones: terminé algo, me contaron algo. En ese sentido es un error desprestigiarlo desde el mercado, no sólo desde decir el cuentista ya se graduará y escribirá una novela.
La verdad que muy buena la entrevista.
Besos.