A veces creemos que el problema para sentarse a escribir viene de la voluntad o la (falta de) disciplina, y no nos damos cuenta que tal vez el problema está en otro lado. Puede que incluso en algo tan simple como el soporte que elegimos para escribir. Vivimos en épocas complejas en las que sentimos que pasamos doce horas frente a la pantalla de la computadora o celular.
Entonces, cuando nos queremos sentar a escribir ficción, la idea de volver a ponernos frente a la computadora nos da urticaria, ¿o no?
Si bien me han dicho que “escribir a mano es una pérdida de tiempo” porque después tenés que pasarlo al Word, etc., lo cierto es que hay varias ventajas para volver a la vieja práctica de birome (yo uso lapicera fuente, quiéranme así, anacrónica como soy) y papel.
Acá algunas:
- La ventaja más obvia es que evitamos el efecto “empacho de pantalla”. Tus ojos, tu espalda y tu túnel carpiano te lo agradecerán.
- La escritura a mano fomenta la creatividad. Sí, no me lo inventé. Sí de hecho hay un día para dedicado a la actividad (el 23 de enero). Aparentemente, cuando escribimos a mano activamos circuitos neuronales que están dormidos frente al teclado.
- Cuando escribimos en la computadora hay cierta fantasía (y por ende presión) de texto “terminado”. Todo es demasiado problijo, demasiado definitivo. Volver al papel nos permite recuperar la idea del borrador, y por ende del juego.
- Pasar después a la computadora no es una pérdida de tiempo, si no una gran instancia de corrección.
¿Y vos, escribís a mano? ¿O ya te olvidaste como era?