Muchas veces me preguntan por qué elegí ese nombre para los talleres de narrativa que coordino. La respuesta para mí es obvia pero sé que no siempre lo es tanto.
Hay un trabajo de orfebrería en escribir. Encontrar la palabra justa, como decía Flaubert, sí, pero la trampa está en ese “encontrar”. La búsqueda no se da en el vacío, la palabra que la historia, tu historia, necesita no aparece mágicamente de la nada, nadie te la sopla al oído (incluso cuando lo sentimos así).
Escribir es ser un poco ebanista, es ir puliendo, sacando los excesos, ir encontrando la forma. Escribir es tallar tu historia en palabras. Y para eso, ¿qué mejor que compartir la experiencia con otros, encontrar guía e inspiración en la mirada ajena, en la que siempre se puede vislumbrar un destello de la propia?
Si algo de todo eso te interesa, escribime: puede que este taller sea para vos.